La «carga inalámbrica», tal cual la conocemos hoy es un sinsentido tecnológico. A menos que te dediques a la fabricación de dispositivos móviles, en cuyo caso, se convierte en una excusa para engrosar el precio de venta al público.
La carga inalámbrica no tiene ninguna otra justificación más allá de la mera ergonomía. Es decir, hacer la vida del usuario más cómoda al eliminar los molestos cables de los cargadores tradicionales.
El problema, es que en lugar de solucionar el problema para el que fue creado, la «carga inalámbrica» lo empeora y de paso introduce una que otra molestia.
Para empezar, los cargadores inalámbricos que se venden hoy en día para los smartphones, consisten en un cargador que se conecta a la toma de corriente, una almohadilla de carga y un cable. ¡Sí¡ Un cable que va del cargador a la almohadilla de carga.
Sólo con esto, ya dejó de ser inalámbrico. Pero la cosa no se queda ahí.
Para que tu dispositivo móvil pueda cargar, tiene que estar colocado encima de la almohadilla. No puedes usar tu móvil mientras está cargando tal como podrías con un cargador normal. Si lo levantas de la almohadilla, el móvil deja de cargar.
Llegados a este punto te das cuenta que antes estabas atado al cable de tu cargador. Ahora estás atado a la almohadilla e carga.
Para muchos usuarios, la «carga inalámbrica» sigue siendo una ventaja, pues evitas dañar el puerto micro USB, USB-C o Lightning de tu teléfono conectando y desconectando el cargador.
Y yo estaría de acuerdo, si no fuera por el hecho de que los conectores de carga de los dispositivos móviles tienen una vida útil de miles de ciclos de conexión de conexión. O sea, a menos que seas un poco bruto o que el conector sea de muy mala calidad, no vas a dañar el conector micro USB de tu móvil por conectar/desconectar el cargador.
Pero eso no es lo peor. Está el tema de la eficiencia. La mayoría de cargadores inalámbricos que se venden hoy en día son entre un 40 y 60% menos eficientes que el cargador normal. O sea, si con tu cargador normal cargas tu móvil al 100% en digamos, 45 minutos. Con el cargador inalámbrico cargarlo al 100% te tomará como mínimo 63 minutos.
Entonces, si con la «carga inalámbrica» tal cual la conocemos hoy, sigo estando atado a un cable y a una almohadilla, y además pierdo eficiencia, ¿Por qué rayos me vendes la funcionalidad de carga inalámbrica como una mejora? ¿Y aun más, por qué subes el precio del móvil por añadir una funcionalidad totalmente inútil?
Es la pregunta que me hago cada vez que algún conocido viene a decirme: «Este es mi nuevo móvil…Y tiene carga inalámbrica…».
Esperanzas perdidas
Con Apple, tenía la esperanza de que el iPhone 8 viniese con carga inalámbrica real, pero los buenos años en los que Apple era el adalid de la innovación murieron con Steve Jobs.
Y por carga inalámbrica real hablo de un dispositivo que se conecta a una toma de corriente y que transmite la carga de forma inalámbrica a tu dispositivo móvil. Un dispositivo capaz de cargar tu móvil a distancia. Aunque inicialmente sólo sean un par de metros.