Los lectores de libros electrónicos han existido durante un buen tiempo, pero durante los últimos dos años han ido avanzando a paso firme hacia la obsolescencia, gracias a la creciente demanda de un sucesor de múltiples usos: las tabletas.

Después de años de rápido crecimiento, las ventas de lectores electrónicos como el Kindle de Amazon y el Nook de Barnes & Noble han empezado a disminuir precipitadamente. De acuerdo con la firma de investigación de mercados IHS iSupply, en 2011, se vendieron 23.2 millones de lectores de libros electrónicos en todo el mundo. Este año, las ventas cayeron han un 36%, con 14.9 millones de unidades vendidas. Y se estima que el próximo año (2013) las ventas caerán otro 27% para un total de 10.9 millones de dispositivos. Y se prevé que en 2016 apenas se venderán 7.1 millones de lectores de libros electrónicos en todo el mundo.

Esto no significa que la gente esté leyendo menos o dejando de leer, sino que la lectura se está concentrando en las tabletas en lugar de los lectores dedicados. Y esto no es ninguna sorpresa, más bien es una cuestión de sentido común. ¿Para qué pagar por un lector de libros electrónicos, cuando por el mismo precio puedes comprar una tableta que además de servir para leer, sirve para hacer muchas cosas más?

Según una encuesta recién publicada por el Pew Research Center tanto en Estados Unidos, como en el resto del mundo, la tendencia es que la mayoría de los propietarios de lectores de libros electrónicos se están quedando en manos de personas mayores de 45 años de edad, un claro indicador de que los lectores electrónicos poco a poco se han convertido en una tecnología para personas de adultez mayor.

Consonantemente, el aumento de la lectura de libros electrónicos viene de la mano con el descenso de lectura de libros impresos. Un estudio realizado por Pew Research Center en Estados Unidos, descubrió que el 67% de los estadounidenses mayores de 16 años leyeron un libro impreso en el último año (2012), en comparación con el 72% registrado hace un año. De modo que no sólo está descendiendo la lectura de libros en tabletas, sino también un descenso de la lectura en formato impreso.

Lo siento mucho por los bibliotecarios y editores tradicionales que se resisten al cambio, pero en unos años los libros impresos no serán más que elementos de colección en museos y bibliotecas privadas, al igual que los papiros. Y resistirse a la idea, no es más que resistirse a la realidad.

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