GamerzHubo un par de generaciones que tuvimos nuestra primera toma de contacto con el mundo de los videojuegos en las salas recreativas, aquel lugar en el que, o insertabas moneda, o no había manera de jugar. Cuando nuestra vida llegaba a su fin, teníamos la oportunidad de introducir otra moneda más, en un tiempo límite, para reanudar la partida donde habíamos muerto; si nos pasábamos de tiempo, nuestro progreso se quedaba a cero.

¿Era esto “hacer trampa”? Todos sabemos que sin estas segundas oportunidades, muchos no habrían llegado a pasarse el juego.

Cuando el MAME o emulador de máquinas recreativas hizo su aterrizaje en nuestros PC, todos nos frotamos las manos pensando en las ilimitadas monedas virtuales que tendríamos para llegar lo más lejos posible en ese juego que en nuestra infancia no conseguimos terminar. La trampa seguía, en un sistema que, no obstante, se ha reinventado hasta llegar a las actuales compras in- app de los juegos más punteros del momento.

Pero retrocedamos de nuevo hasta la época dorada de la PlayStation: cuando la PS One y la PS2 coexistían en un ecosistema en el que fácilmente se pirateaban los juegos (con mucha paciencia, eso sí, si es que los buscábamos en una internet en la que comenzaba a aflorar la conexión por ADSL). Que los juegos nos saliesen gratis no era suficiente, teníamos que conseguir pasar esos niveles más complicados, pero ¿cómo?

Fue ese el momento de los foros en los que los gurús nos revelaban secuencias de comandos, huevos de pascua y agujeros de gusano para facilitarnos un poco la labor. Para aquellos menos iniciados en los entresijos de la primera internet para uso doméstico, se vendieron muchas guías en formato papel, biblias de ciertos juegos como los de la saga Final Fantasy, Zelda o World of Warcraft. De hecho, este formato todavía sigue existiendo, aunque también ha experimentado una fuerte evolución, y juegos como Minecraft han protagonizado más de una libro.

Y hablando de Minecraft, este es uno de los juegos para los que más videotutoriales acerca de mods se han perpetuado en los últimos años. ¿Trampas? Llamémosle como queramos, lo cierto es que no dejan de ser ayudas para llegar más lejos en un juego.

Arcade

Paralelamente a todo esto, estamos asistiendo a un importante crecimiento de los juegos de mesa online, como alternativa a su formato adicional con tableros, ruletas o cartas. ¿Alguien ha intentado hacer trampas en un parchís para smartphone? No es posible. Menos aún en los juegos de casino en los que interviene dinero real. Mientras que en las salas físicas muchos siguen intentando vencer al blackjack dedicándose al conteo de cartas, esta opción es completamente inútil en las salas en línea, lo mismo que detectar irregularidades o patrones en las ruletas. Intentarlo es perder el tiempo. Sin embargo, todo aquel que jugó al Apalabrados de manera continuada descubrió que existían aplicaciones y webs que ayudaban bastante a aquellos carentes de imaginación para componer palabras con extra de puntos. Sin duda, el oponente consideraría trampa el uso de estas apps.

Y llegados a la era de los gamers desde el smartphone, vemos cómo cada vez está más estandarizado el modelo free to play, que muchas veces se convierte en un pay to win en toda regla. Algunos juegos nos permiten llegar bastante lejos sin pagar, con mucha paciencia y mucha habilidad, casos como los reyes de los eSports de cartas Clash Royale o Hearthstone, pero el verdadero negocio de estos juegos está en los micropagos para obtener mejores cartas, mejores armas, y este modelo es extensible a otros tipos de juegos, entre ellos los de carreras o incluso los de sagas ya tan asimiladas como la de Candy Crush. Paquetes de gemas, paquetes de vidas, todo aquello con lo que podemos aprovisionarnos se convierte nuevamente en la moneda extra que sabíamos que si insertábamos en la máquina recreativa nos haría pasarnos algunos niveles más.

En cuanto a las trampas del tipo “ayudas externas” para ciertos juegos, la pantalla dividida o splitview en dispositivos iOS ha sido durante un tiempo una excelente oportunidad para llevarlas a cabo sin mucha dificultad. Sin embargo, desarrolladores como el equipo de Fortnite-Battle Royale se están tomando muy en serio combatir a estos tramposos, llegando incluso a expulsarlos de su ecosistema. Lo que está claro es que en internet todo deja rastro, y se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Por eso cada vez es más y más difícil hacer trampas o ejecutar ciertos trucos, y el modelo de micropagos no hace más que crecer.

¿Estamos pasando por el aro? Es posible, ya que muchos están dispuestos a sacrificar algo de dinero con tal de jugar online en juegos multijugador. Al igual que Adobe apostó por un sistema de suscripción a su suite y a su gran producto Photoshop para combatir las versiones piratas, parece que sin darnos cuenta hemos ido cayendo en lo mismo con los juegos, y a fecha de hoy, el mercado de jugadores “legales” a través de PSN o Xbox Live es el que crece exponencialmente.

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